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16 jun 2010

Ser Feliz, felicidad... no morir lentamente, Pablo Neruda

Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee,
quien no oye música,
quien no encuentra gracia en sí mismo.
Muere lentamente
quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.
Muere lentamente
quien se transforma en esclavo del hábito
repitiendo todos los días los mismos
trayectos,
quien no cambia de marca,
no se atreve a cambiar el color de su
vestimenta
o bien no conversa con quien no conoce.
Muere lentamente
quien evita una pasión y su remolino
de emociones,
justamente estas que regresan el brillo
a los ojos y restauran los corazones
destrozados.
Muere lentamente
quien no gira el volante cuando esta infeliz
con su trabajo, o su amor,
quien no arriesga lo cierto ni lo incierto para ir
detrás de un sueño
quien no se permite, ni siquiera una vez en
*huir de los consejos sensatos...
¡Vive hoy!
¡Arriesga hoy!
¡Hazlo hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡NO TE IMPIDAS SER FELIZ!
_______________________________

Dedicado a una de las mejores personas que he podido
encontrarme en el largo y aspero camino de la vida.
Un persona que me ha enseñado con creces
que es la amistad y como se debe abusar de ella sin complejos.
Mónica, te quiero!

14 jun 2010

A una nariz, de Francisco de Quevedo


Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.

Era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.

Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce Tribus de narices era.

Érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.

Quevedo

6 jun 2010

El Corazón Acusador, de Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe (Boston, Estados Unidos, 19 de enero de 1809Baltimore, Estados Unidos, 7 de octubre de 1849) fue un escritor, poeta, crítico y periodista romántico estadounidense, generalmente reconocido como uno de los maestros universales del relato corto, del cual fue uno de los primeros practicantes en su país. Fue renovador de la novela gótica, recordado especialmente por sus cuentos de terror.



El Corazón Acusador

Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.

Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.

Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudente como yo? Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente, llamándolo por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarlo mientras dormía.

Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente.

Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando:

-¿Quién está ahí?

Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.

Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "No es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez". Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo movía a sentir -aunque no podía verla ni oírla-, a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación.

Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna.

Así lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con qué inmenso cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.

Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con toda claridad, de un azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito.

¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento llegó a mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latir del corazón del viejo. Aumentó aún más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el coraje de un soldado.

Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera, tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquél me llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoderó de mí... ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la mantuve así largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvería a molestarme.

Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas.

Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar... ninguna mancha... ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo... ¡ja, ja!

Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora?

Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar.

Sonreí, pues... ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré sus caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima.

Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Mas, al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos.



Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... ¿y que podía hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte... más fuerte... más fuerte!

-¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí!¡Donde está latiendo su horrible corazón!

5 jun 2010

Las Personas Curvas - Jesús Lizano

Mi madre decía: a mí me gustan las personas rectas

A mí me gustan las personas curvas,
las ideas curvas,
los caminos curvos,
porque el mundo es curvo
y la tierra es curva
y el movimiento es curvo;
y me gustan las curvas
y los pechos curvos
y los culos curvos,
los sentimientos curvos;
la ebriedad: es curva;
las palabras curvas:
el amor es curvo;
¡el vientre es curvo!;
lo diverso es curvo.

A mí me gustan los mundos curvos;
el mar es curvo,
la risa es curva,
la alegría es curva,
el dolor es curvo;
las uvas: curvas;
las naranjas: curvas;
los labios: curvos;
y los sueños; curvos;
los paraísos, curvos
(no hay otros paraísos);
a mí me gusta la anarquía curva.
El día es curvo
y la noche es curva;
¡la aventura es curva!

Y no me gustan las personas rectas,
el mundo recto,
las ideas rectas;
a mí me gustan las manos curvas,
los poemas curvos,
las horas curvas:
¡contemplar es curvo!;
(en las que puedes contemplar las curvas
y conocer la tierra);
los instrumentos curvos,
no los cuchillos, no las leyes:
no me gustan las leyes porque son rectas,
no me gustan las cosas rectas;
los suspiros: curvos;
los besos: curvos;
las caricias: curvas.

Y la paciencia es curva.

El pan es curvo
y la metralla recta.

No me gustan las cosas rectas
ni la línea recta:
se pierden
todas las líneas rectas;
no me gusta la muerte porque es recta,
es la cosa más recta, lo escondido
detrás de las cosas rectas;
ni los maestros rectos
ni las maestras rectas:
a mí me gustan los maestros curvos,
las maestras curvas.
No los dioses rectos:
¡libérennos los dioses curvos de los dioses rectos!

El baño es curvo,
la verdad es curva,
yo no resisto las verdades rectas.
Vivir es curvo,
la poesía es curva,
el corazón es curvo.
A mí me gustan las personas curvas
y huyo, es la peste, de las personas rectas.

Aquí os dejo un vídeo donde el filosofo Jesús Lizano recita su famoso poema de "Las Personas Curvas"
, disfrutarlo porque da qué pensar.


Jesús Lizano (Barcelona, 23 de febrero de 1931)
Licenciado en Filosofia, poeta y pensador libertario que defiende lo que el denomina "Misticismo Libertario", la evolución desde el Mundo Real Salvaje donde se encuentran todos los animales excepto la especie humana, que ahora se encuentra estancada en el Mundo Real Político, en su camino hacía el Mundo Real Poético, la acracia. Publica periódicamente "la columna poética y el pozo político" en la revista libertaria Polémica editada en Barcelona.

______________________________
Gracias Naza, por seguir descubriéndome el mundo de la filosofía y de la literatura aconsejándome versos que sabes que me gustarán.

13 abr 2010

'Instrucciones para llorar' · Julio Cortázar

Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.



Julio Cortázar

18 feb 2010

Poema de Tim Burton

Vincent Malloy tiene siete años, es un niño amable pero algo huraño. Es bueno, obediente y muy educado, pero él quiere ser como Vincent Price, su ídolo soñado. No le importa vivir con su perro, su gato y su hermana, aunque preferiría compartir casa con murciélagos y arañas.
Allí jugaría con los horrores que ha inventado y vagaría por los oscuros pasillos, solo y atormentado.
Cuando viene su tía, Vincent parece un cielo. Pero se imagina sumergiéndola en cera hirviendo para su museo.
Hace experimentos con su perro, Abocrombie con el fin de crear un horrible zombi.
Con ese espectro terrorífico para los hombres, buscaría sus víctimas por la niebla de Londres.
Pero él no solo piensa en crímenes violentos, Vincent pinta, y de vez en cuando lee cuentos.
Mientras otros niños leen tebeos de acción a Vincent es Edgar Allan Poe quien llama su atención.
Una noche, cuando leía una historia horripilante, algo le hizo palidecer al instante.
Con tamaño disgusto su vida quedó derrumbada, pues su bella esposa viva fue enterrada. Debía cerciorarse de que había muerto, e intentando desenterrarla destrozó las flores del huerto.
Su madre lo envió a su cuarto como castigo,desterrado en sus sueños a la torre del olvido. Sentenciado a pasar el resto de su vida con el retrato de su amada que fue enterrada viva.
Y mientras lloraba sumido en la desesperación, apareció su madre en la habitación. Le dijo: "Si quieres puedes salir a jugar. Hace un día estupendo, lo puedes aprovechar."
Vincent trató de hablar pero no pudo,los años de aislamiento lo volvieron casi mudo. Así que cogió su pluma y se puso a escribir: "Estoy poseído por esta casa, nunca volveré a salir."
Su madre le contestó: "Ni estás poseído ni estás medio muerto, este juego tuyo es solo un invento. Eres Vincent Malloy, no eres Vincent Price y no estás loco ni atormentado, ¡caray! Tienes siete años y eres mi hijo, vete a jugar con otros niños, ¡te lo exijo!"
Y tras este toque de atención abandonó la habitación.
Pero cuando vincent trató de sobreponerse las paredes empezaron a moverse. Crujían, temblaban, y su horrible locura la cima alcanzaba.
Vio a Abocrombie, su terrible esclavo, y su mujer lo llamaba desde el otro lado. De la tumba nacían sus ecos y de las paredes surgían manos de esqueletos.
Todas las desgracias que sus sueños atormentaban entraron en su vida mientras él gritaba.
Trató de escapar, de huir del horror, pero su mustio cuerpo se derrumbó por el dolor.
Y débilmente, casi sin voz, recitó El Cuervo de Edgar Allan Poe: "Y mi alma, de esa sombra, que allí flota fantasmal, no se alzará... nunca más."


Poema de Tim Burton para su cortometraje de stop-motion Vincent. Sin duda toda una obra que Disney nunca fue capaz de apreciar, muy a su pesar.

14 ene 2010

Nada

Ya no quiero nada,
sólo el humo de un cigarro me hace renacer.

Mis cenizas están rotas
como esparcidas por el aire.

Aire, viento, polvo, cenizas, vida

No quiero resignarme,
pero no puedo sentirme mejor.

El sol me pega en la cara
y el viento me revuelve el pelo.

Camino sin rumbo,
con las piernas voy marcando mi camino.

No tengo nada,
no tengo a nadie.

Nunca sabrán quién fui,
nunca sabrán qué hice,
nunca sabrán cómo fui,
nunca sabrán a quién ame...
si es que ame.

Mayma

3 ene 2010

"La marioneta"


Si por un instante Dios se olvidara de que soy
una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida,
posiblemente no diría todo lo que pienso,
pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen,
sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada
minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta
segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen,
Despertaría cuando los demás duermen.
Escucharía cuando los demás hablan, y cómo disfrutaría
de un buen helado de chocolate.
Si Dios me obsequiara un trozo de vida,
Vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando
descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma.
Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi
odio sobre hielo, y esperaría a que saliera el sol.
Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las
estrellas un poema de Benedetti, y una canción de
Serrat sería la serenata que les ofrecería a la luna.
Regaría con lágrimas las rosas, para sentir el dolor de
sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalo...
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida...
No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente
que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u
hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán equivocados están, al pensar
que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen
cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría
que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que
la muerte no llega con la vejez sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres
He aprendido que todo el mundo quiere vivir en
la cima de la montaña, Sin saber que la verdadera felicidad está en
la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño
puño, por vez primera, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo,
cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido
aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir,
porque cuando me guarden dentro de esa maleta,
infelizmente me estaré muriendo.


Gabriel García Marquez

29 nov 2009

Al final...

... Pisé la calle, un buen pateo que le metí... frío, aire, algo de agua: no me lo impidieron!! (necesitaba salir)

Al irlandes fui a visitar, alli estuve con mi mejor colega, ese niño que siempre está ahi cuando más lo necesito, no tengo la necesidad de contarle lo que me pasa por aquí dentro: su sonrisa y sus tonterías me hacen olvidar (...)

Pero ahora estoy aquí, y te sigo echando de menos...

26 nov 2009

Peterpaneando...

Si Peter Pan viniera a buscarme una noche azul, que me sorprenda a oscuras.
Por favor, que no de la luz,
no vaya a descubrir que suelo mentir cuando juro ser aún ese niño.
Estrellas fugaces, mi más breve instante,
respiran el humo, escuchan el mudo rumor que nace en sus vientres.

Si Peter Pan viniera a buscarme una noche azul, que se extingan los soles,
¿dónde diablos te esconderás tú?

Si Peter Pan viniera a buscarme una noche azul,
que nos sorprenda a oscuras, por favor apaga la luz.
Si quieres evitar que en la tempestad le queme la fiebre de niños ancianos.
Quién le hará entender que al amanecer cierran con grilletes sus ojos cansados.
Niños (perdidos) que perdí, a los que mentí, gritan a lo lejos,
arañan el hielo de la luz de la mañana.
Niños (perdidos) con espinas, con cuencas vacías, que te lanzan piedras,
tiñen las sirenas de todas las ambulancias.

Y yo quiero ir a Nunca Jamás. Quiero que Peter Pan venga una noche azul, que me devuelva las alas y que viaje conmigo. Quiero que Peter Pan me regale un millón de estrellas y que me de el brebaje exacto. Quiero que apague la luz. Quiero un Peter Pan. Quiero ser Peter Pan. Creo que soy Peter Pan.

24 nov 2009

Y nada más importa


Nunca me he abierto de esta forma.
La vida es nuestra, la vivimos a nuestra manera.
Todas estas palabras no las digo porque sí...
La confianza la busco en ti.
Cada día para nosotros algo nuevo,
La mente abierta a un punto de vista diferente...
Y nada más importa.

Nothing else matters

23 nov 2009

Relámpago interior

Noche sin dormir
Sólo espero que todo pase.

Las cosas en mi cabeza van en un sentido
bien distinto al que hay fuera de ella.

Si te marchas vivere
con la paz que necestio?

Lo dudo.

Sólo quiero echarte de mi cabeza,
no dejas de volar dentro de mi.

Destrozas mi calma
m encanta.

Pero te quiero ahi en mi ventana
saber que me observas
que sepa que sabes de mí.

Te espero...

7 nov 2009

Buena cara

Cada mañana, justo antes de salir, me pongo la buena cara y las ganas de reír para que no me vean llorar, aunque no será por ganas: de ver que siempre (todo) es igual (y que se) lucha y no consigues nada.


Mayma*

1 nov 2009

Olor

Creo que me he vuelto loca. No, no lo creo, estoy segura.
Su aroma me persigue por todos lados. A cualquier sitio donde voy, ahí está. Ahí hay alguien que huele igual. Y siempre la misma reacción. Primero, me paralizo; después pienso "no puede ser" y a continuación me giro rápido y te busco. Pero no, no estás. Nunca estás.
Es algo confuso, pero me persigues. Será porque te fuiste de aquella manera. Será porque nunca sabré la razón que te empujó a abandonarme esa noche. Esa noche en que mis lágrimas se fundieron con las gotas de lluvia.
Por favor, quiero que pare. No, en realidad no. En realidad quiero verte, quiero tenerte, o quiero por lo menos, la explicación que merezco.
Pero creo que esos es imposible, así es que prefiero olvidarte. Prefiero que eso se quede ahora en el olvido y no aparezca nunca más.
Será lo mejor... olvidar.
dani ligero

23 oct 2009

Si se puede


Las cuchillas duelen,

los ríos anegan,
los ácidos huelen,
las drogas ciegan,
las armas cuestan,
los nudos ceden,
los gases apestan...

Mejor vivir,
si se puede.


Mayma*

16 oct 2009

No quiero, que no!

Preguntas, más preguntas...
Palabras, más palabras...

Frases?

Respuestas?


Para quién?!

Para qué?!


Mayma*

12 oct 2009

Nubes de colores

La vida es un remolino de curvas, altibajos, rectas y puentes donde de vez en cuando aparecen baches y lagunas.

Todo esto nos demuestra que la camino de la vida no es tan bonita como se cree. Por supuesto, el camino tiene momentos dulces y agradables, tan fascinantes que nos hacen soñar.
Cuando vuelas por el camino, no ves las piedras que se clavan más abajo. Cuando te dan una rosa solo ves su color rojo que brilla y resplandece escondiendo sus espinas más puntiagudas.

No es que no lo veamos, que en realidad no lo vemos, es que no queremos ver (no hay más ciego que el que no quiere ver). Todo adquiere sentido, o sinsentido según se mire, cuando pasa.

Es en ese momento cuando te das cuenta de todo lo que has hecho, dicho, pensado. Es cuando ves que en ocasiones has hecho más gilipolleces que nunca. Es cuando adviertes que se puede ser ciego viendo perfectamente.

Yo he despertado de ese sueño irreal, ese sueño subjetivo, ese sueño subrealista, que a pesar de creer que estaba completado por miles de colores, sobre todo por los del arcoiris, estaba lleno de negros, algunos grises y matices oscuros.

Ahora no lo veo todo claro, aun no. El color es algo amarillento, no blanco del todo. Pero pronto, muy pronto, todo seará blanquecino e irá cambiando de tonalidad conforme mi estado de ánimo, lo sé, siempre ha sido así: nubes de colores.

Por ahora, negro amarillento proyecto de blanco.

11 oct 2009

Sensacion de hedor

No lo puedo evitar, rondas por mi cabeza y das vueltas y vueltas por el amplio hueco que ahi tengo. No se qué hacer contigo.. debo olvidarte! Sin mas..

No puedo estar contigo, me lo dejastes claro.. cosas normales, cosas que pasan y que por tanto entiendo, pero que evidentemente no soporto por mas que quiera.

Estas hay, te veo, te siento, te huelo, y no puedo tocarte, no es que no pueda, es que no m dejas... eres cruel!

Pero el aire me trae tu rostro a mi mente. Se forma una imagen más nítida que la mismisima luz del sol.
Estás aquí y no quiero verte (no puedo, no debo.. pero siempre caigo... soy debil, muy debil).

A los ojos de los demás parezco la persona más fuerte y desacarada que uno se pueda encontrar, pero yo sé, y los que me conocen tambien, que soy una persona debil y muy sentimental, me mueve el corazon.. inevitable.

Te quiero, lo siento.
No puedo verte más, me duele.

Canto una cancion y cada estrofa me recuerda a algo de ti.
Veo algo y cada detalle me lleva volando a tu rostro.

Uff...

Sal de mi cabeza ya o rebentaré de rabia, dolor y sufrimiento.

Eres como una rosa. Al principio bella, cálida, preciosa. Luego fría, con espinas.
No puedo quedarme con tu recuerdo de bella flor? Ese aroma, ese color, ese ... lo que sea!
NO!
Me tengo que conformar con tu tallo, las espinas... lo que duele.

No se donde voy a terminar, lo que sé es que necesito empezar, no de nuevo a tu lado. Me tengo que mudar, traspasar la frontera y volar.

3 oct 2009

Sueña que sueña con ella

Noches con sol.
Mañanas con luna.

Sueño más despierta que dormida
con el brillo de tus ojitos.

Una sonrisa traviesa aparece en tu cara,
me haces sentir viva.

Deshojas una flor para saber si realmente mis palabras dicen la verdad.

No le hagas caso a las flores!
Piensa en todo lo que hago por ti!
Piensa en todo lo que sacrifico por ti!
Piensa en todo lo que consigues a mi lado!
Piensa en todo los momentos que pasates junto a mi!

No seas egoista y mírame.
No seas mala y bésame.
(Como la primera vez).

Nervios.
Palabras necias.
Sonrisas descontroladas.
Miradas.

Besos.
Más besos.
Caricias.
Más y más besos.

Me haces volar.
Me haces llegar hasta la nube más alejada.
Me haces soñar contigo.
Me haces nadar en ti.
Me haces sentir.

Sensación indescriptible,
pero está ahí!

La sientes?

No te la lleves!

No te alejes más de mi!

Mayma*

1 oct 2009

No puede ser...

Sola en mi habitación
con ganas de pegar voces
y de romper las paredes que me encierran.


En mi cama, mi lecho, debajo de mi techo...
no puedo!
Tengo que salir...

Me dices cosas que calcan mis pensamientos...
pero no te refieres a mi,
ahora mismo no.

Me aferro a mi almohada.
La mojo.
Son mis ojos.

Dejo que me cuentes,
crees que te ayudo,
pero solo te escucho porque eres tu.

No se si sabes que me jode,
pero sigues hablando y yo sigo escuchando.

Masoquismo?
Quizás...

Imbécil?
Puede...

Normal?
No!

Mayma*