El más largo de la antigüedad. En los tiempos del Imperio Romano se elevaba sobre el río Guadiana la primera construcción de la ciudad a lo largo de 62 arcos con una longitud total de 755 metros. Hoy en día el puente, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1993 por la Unesco, tiene una longitud de 721 m (incluyendo las entradas, 790 m) y descansa sobre 60 arcos, de los cuales 3 están ocultos en las orillas.
El Puente Romano sobre el
rio Guadiana constituye un paso de primera entidad en la red de comunicaciones
romanas y determina la creación de la ciudad de Mérida (Emérita Augusta).
Mérida constituyó un nudo de primera importancia en las comunicaciones, tanto
de norte a sur como del oeste al centro y el puente fue el primer elemento de
la ciudad que fundamentó su razón de ser.
El lugar escogido
para su construcción no es casual, se encuentra en una parte del rio de gran
profundidad y su cauce se encuentra dividido en dos brazos por una isla que
favoreció su apoyo.
Su construcción data de la época de Augusto,
pero no es el que hoy en día podemos ver. De la obra primigenia se conservan
las arquerías del principio y el final del puente, el resto de su extensión ha
sido reconstruida en varias ocasiones a causa de los destrozos efectuados por
los conflictos bélicos y las grandes crecidas del río.
Originariamente tenía dos tramos de arquerías
separadas que se unían con un enorme tajamar (parte
que se adiciona a las pilas de los puentes)
que
se extendía aguas arriba para frenar la fuerza de la corriente. Este fue
destruido a casusa de una gran riada y fue sustituido en el siglo XVII por
cinco nuevos arcos que dotaron de unidad a todo el puente. Sobre los restos de
este tajamar se construyó una rampa de descenso que aun hoy está en uso. En ese
mismo siglo se creó un segundo, llamado descendedero de San Antonio. En esta
importante reconstrucción de la edad moderna se emplearon sillares extraídos
del Teatro Romano de la
ciudad.
Una de las curiosidades con las que cuenta esta
inmensa construcción es su facinum o
falo protector para la defensa del mal de ojo. Los romanos los esculpían en
muchos edificios públicos por miedo a que los celos de otros pudiesen hacerles
daño. En Mérida se han encontrado varios facinum,
algunos tan estratégicos como los que se encuentran protegiendo la muralla romana
o el acueducto de los Milagros.
El puente soportó el paso
del tráfico rodado durante casi toda su historia, pero pasó a ser peatonal el
10 de diciembre de 1991, día en que se inauguró el Puente Lusitania.
La crecida del río a
principios de abril del año 2013 causó daños importantes en la iluminación
artística con la que contaba este gigante romano. Ahora en el mes de abril de 2015,
Mérida celebra su segundo aniversario sin disfrutar una noche de la
espectacularidad del Puente Romano. Según declaraciones de los posibles
responsables de su arreglo, esperan que se ilumine “por arte de magia”, pues de
ninguno es competencia.