Desde entonces al menos 13.116 parejas (8.898 de hombres y 4.218 de mujeres) han formalizado su unión, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y del Ministerio de Justicia procedentes de 432 registros civiles informatizados.
"Creemos que podrían haberse celebrado entre 15.000 y 20.000 bodas al haber muchos registros sin actualizar", matiza Antonio Poveda, presidente de la Federación de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FLGTB).
Cobertura legal
Poveda, de 41 años y con la misma pareja desde hace 18, se casó en 2006. "Lo que más deseaban mis padres era la cobertura legal", explica. Con la aprobación de la ley no sólo se permitía la unión entre personas del mismo sexo sino también derechos como la adopción, la herencia o la pensión.
Cuatro años después, el presidente de la FLGTB afirma, con satisfacción, que "la ley se ha vivido con normalidad porque ya existían muchas familias gays". "Algunos sectores ultraconservadores preveían que iba a suponer el fin del matrimonio tradicional... Y no ha sido así", cuenta. A sus detractores "les diría que reconozcan una realidad que existe, que no miren a otro lado", asegura Poveda.
De hecho, la aceptación del matrimonio homosexual ha crecido: seis de cada 10 españoles lo aprueban, según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas recogidos por Efe. La mentalidad, hoy, es otra.
EL APUNTE
La visibilidad que facilitan las ciudades
La mayor parte de los matrimonios entre parejas del mismo sexo se concentran en zonas urbanas. "Casarse es un acto de visibilidad y eso se logra en las ciudades", afirma Poveda. Cataluña, Madrid, Andalucía, la Comunidad Valenciana, Canarias, el País Vasco y Baleares con- centran el 85% de todas estas uniones en España.
"DEJAS DE SER CIUDADANA DE SEGUNDA"
Gema Segoviano, madrileña de 31 años, decidió casarse con su chica tras más de dos años de noviazgo y porque "deseaba estar con la persona que quería". "Siempre hay sectores de la familia a los que no les va a gustar y otros a los que sí", explica esta profesora, cuyo discurso no hace distinción entre uniones gays y heterosexuales. "Estar casada te da mucha tranquilidad a la hora de realizar trámites administrativos o, por ejemplo, para que te den días en el trabajo para poder cuidar a tu mujer si está enferma".
En ese sentido, Gema ya no depende de la buena voluntad. "Te equipara a los demás, tienes respaldo social y dejas de ser ciudadana de segunda categoría", explica sobre la ley. El rechazo social lo vincula a ideas preconcebidas. "Hay quien tiene metido en la cabeza estereotipos como que los gays no asumimos compromisos o que no nos interesa la vida familiar", dice. Gema y Ana, 17 años mayor que ella, se están planteando tener hijos. "Pensamos en adoptar, pero no bebés sino niños a partir de cuatro o cinco años", concluye.
Fuente: adn.es